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Patagonia, Tierra del Fuego, y item7
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AlanCrottypic3 Página principal Central del Chubut FC Sud a Neuquén FCE argentino FFCC del E chileno Isla de Chiloé FCE trocha 75cm AlanCrottypic3
FFCC ganaderos Trenes carboneros Ushuaia ayer y hoy Atlántico del sur FFCC de las salinas FFCC industriales Fuentes
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Capítulo 4

La red Patagónica de trocha ancha
del FCE

Guía al sitio

Páginas fundamentales

Resumen

De San Antonio hasta Bariloche

Y al este a Viedma

Las máquinas de la línea a Bariloche

Vagones y coches del ramal a Bariloche

Más fotos entre Bariloche y Viedma

Comodoro Rivadavia

Las máquinas de Comodoro Rivadavia

Más fotos entre Com. Rivadavia y Sarmiento

Puerto Deseado

Las máquinas de Pto. Deseado

Más fotos entre Pto. Deseado y Las Heras

Más fotos entre Pto. Deseado y Las Heras 2

Apéndices

1 Texto de la Ley 5559

2 Cronologia de propuestos

3 Detalles de la ruta a Bariloche

4 Detalles de la ruta de Com. Rivadavia

5 Detalles de la ruta de Pto Deseado

6 Lista de las máquinas del ramal a Bariloche

7 Lista de las máquinas del ramal de Com. Rivadavia

8 Lista de las máquinas del ramal de Pto Deseado

9 Croquis de los vagones

10 Mapa de Com. Rivadavia

11 Planos de las estaciones de la línea de Pto Deseado

12 Boletos

13 Memoria de 1957 A

14 Memoria de 1957 B

15 Reglas en el itinerario de 1960

16 Construction report 1912 A

17 Construction report 1912 B

18 Two reports from 1912

19 Telegrama tratando de trabajadores

20 Relato de un viaje

21 Discurso del Presidente Alcorta

22 Decreto tratando de las compra de rieles

23 Decreto tratando de la compra de vagones

24 Sumario del informe de Bailey Willis

25 Propuestos antiguos para la Patagonia

26 Progreso hacia Bariloche 1926

27 Llegada a Bariloche

28 Informe tratando de la reestructuración 1953

29 El accidente en Neneo Ruca

FERROCARRILES
FERROCARRILES EN EL CONO SUR

Apéndice 29

The Neneo Ruca accident in 1939

Un trágico accidente ferroviario, cerca de Comallo, en 1939

Por Carlos Espinosa, originally published at http://www.appnoticias.com.ar/desarro_noti.php?cod=24789

Viedma.- (APP) La parte central de este relato fue tomada de las memorias inconclusas de don Elman Campoy (padre), vecino de Carmen de Patagones fallecido hace varios años, quien fue ferroviario al igual que su padre, Ramón Campoy, y su hijo homónimo que vive en esta localidad.

Estos papeles, escritos a máquina con mucho sacrificio después que don Elman sufriese dos accidentes cerebro vasculares y la mitad de su cuerpo quedara inmovilizada, me llegaron de manos de la profesora Nancy Pague, quien los había recibido de parte del propio autor para que los revisara.

Me he permitido hacer algunas correcciones gramaticales al original, y agregué información periodística tomada del semanario La Nueva Era. Creo que se trata de un fuerte y dramático testimonio sobre la sacrificada labor de los ferroviarios, en el sur argentino. Queda al descubierto, además, que fue una falla humana la que produjo el terrible accidente en el que, providencialmente, sólo hubo dos muertos.

El relato de don Elman Campoy

Creo que corrían los años 1938 o 1939 (fue exactamente el 22 de marzo de 1939, según se constató en el periódico La Nueva Era) y yo para entonces tendría ocho o nueve años, una edad en la cual los días transcurrían todos iguales y en el rincón de los recuerdos –eso que llamamos memoria– quedan registradas las cosas que suceden e impactan muy hondo y en cada uno de manera distinta.

Nuestro grupo familiar era muy numeroso, integrado por nuestros padres y un total de ocho hermanos. Veníamos de pasar una época muy mala, tan mala que le puso fin a la vida de mis dos hermanos mayores. Recuerdo que para peor teníamos una hermana en estado muy delicado, que mi padre había internado en el hospital que hoy se llama doctor Pedro Ecay, donde fue mejorando, dando paso a una etapa distinta.

Los problemas que aparecían eran los corrientes, pasajeros, y se iban como venían. Pero un día se encendió la alarma, en una situación que jamás olvidaré. Mi madre y mis hermanas mayores tenían rostros de preocupación y de llanto contenido, tratando de pasar inadvertidas para no alarmarnos, evitando que las pudiésemos ver en ese estado que infundía miedo.

¿Qué había pasado?, me preguntaba. A nuestra casa llegaba gente y más gente, todas personas mayores, que saludaban y conversaban brevemente.

¿Qué había pasado?, como al pasar pude sentir que alguien dijo: ‘¡Qué desastre, debió ser terrible!’ Y alguien más agregó ‘¡Pobre Ramón!’ o quizás fue ‘¡Pobre Papá!’, y esto provocó una explosión en mi cabeza, con mil preguntas que no tenían respuesta ‘¿qué le había pasado a mi papá?’. ‘¿Por qué a Papá?’, ‘¿Por qué a Papá, si él era un santo?´; y estallé en llanto y me dormí lentamente. Cuando desperté mi cabeza era un vendaval.

Más tarde llegó un telegrama de servicio del ferrocarril, en el que mi padre nos comunicaba –desde la estación Neneo Ruca- que se encontraba bien y que el accidente había ocurrido a escasos dos kilómetros de allí, con muertos y heridos. Esta noticia trajo alivio a casa, pero pasados unos días Papá volvió del sur y nos contó las peripecias vividas, y la tranquilidad fue completa, sumada al disfrute de su relato.

El choque había sido entre dos trenes, con la muerte de los dos maquinistas como consecuencia del impacto: Niechi que conducía la locomotora Maffei 341, junto al foguista López, en un tren de carga que venía desde Pilcaniyeu (en sentido Bariloche-Viedma); y Ferrer que conducía la máquina Baldwin 500 del tren de pasajeros que se dirigía a Bariloche, con un foguista de apellido Castro.

Papá contaba que el foguista López –del tren que venía de Bariloche- había salvado su vida porque el maquinista Niechi lo había obligado a saltar de la locomotora antes del impacto, en tanto él se quitó la ropa y esperó la muerte en su puesto de mando.

Añadía que, por su parte, Ferrer y Castro –maquinista y foguista de la locomotora del tren que iba hacia la cordillera- fueron aplastados por un vagón frigorífico que venía de protección y barrió el tender de la maquina contra la marquesina.

Muertes injustificadas las tres –apuntaba Papá- ya que el personal del tren de pasajeros que iba para Bariloche no quería salir de la estación Comallo hasta que el convoy de cargas procedente de Pilcaniyeu no estuviera desviado y detenido en Neneo Ruca. Pero debieron acatar las órdenes del controlador de turno –el señor Fragoza- y salieron hacia la tragedia.

En el tren de pasajeros mi padre estaba como guarda de encomiendas, de limpia coches iba el señor Pancho Larrosa y contaba él que en el momento del choque el tren y su pasaje se habían transformado en un infierno, por los gritos de dolor y la terrible confusión.

Decía también que –en el auxilio a los pasajeros heridos- tuvo una destacada actuación un joven diputado nacional llamado don Alfredo Palacios”.

Hasta aquí el extracto de los apuntes de la memoria de don Elman Campoy.

La crónica periodística del momento

En las páginas del periódico La Nueva Era, colección del año 1939 de la hemeroteca del museo Emma Nozzi de Carmen de Patagones, se pudo encontrar la confirmación de la noticia de la tragedia en dos publicaciones, la primera corresponde al sábado 25 de marzo de ese año, y la segunda al sábado 1 de abril.

El día 25 de marzo el semanario, editado en Patagones, publicó una nota titulada “Un accidente ferroviario de fatales consecuencias ocurrió en Neneo Ruca”.

El artículo decía lo siguiente.

En horas de la tarde del miércoles circuló en la capital del Territorio un grave rumor: en la línea del Estado había ocurrido un accidente ferroviario de fatales consecuencias al punto de que se mencionaban varios muertos y numerosos heridos.

La noticia desgraciadamente era verídica, aunque el número de muertos fue menor al que se asignaba en un principio. Con todo hubo que lamentar la muerte de dos modestos trabajadores. El trágico suceso ocurrió cerca de la localidad de Neneo Ruca, en jurisdicción de Comallo.

Siendo las 13 y 30 se produjo el violento choque entre un tren de pasajeros que se dirigía a San Carlos de Bariloche, y un tren de carga que había salido de la citada localidad. La colisión fue violenta resultando muertos los maquinistas de ambos trenes , llamados Ferrer y Niessen.

Además resultaron con heridas graves los foguistas Castro y Ruiz. Entre los pasajeros, con excepción de una señora, no hubo víctimas reduciéndose a simples contusiones. En cambio resultó con heridas de consideración la señora Alicia Hawe de Venturini.”

Una semana más tarde, el 1 de abril de 1939, el mismo periódico La Nueva Era titulaba: “Ha quedado normalizado el servicio de trenes después del desastre de Comallo”.

La breve crónica, fechada en Comallo, puntualizaba así.

El domingo pasado, con la llegada de un guinche de Puerto Galván, que trabajó afanosamente en el lugar del siniestro del que tienen conocimientos nuestros lectores, se dejó expedita la vía a Bariloche, iniciando su viaje normal el tren Motor Diesel que fue a Bariloche y regresó a horario como así el tren de pasajeros de tal fecha, que si bien es cierto corrió con algunas horas de retraso debido a razones de fuerza mayor, hoy están normalmente en funcionamiento dichos medios de comunicación.

Nuestro corresponsal nos hace saber que también debe agradecerse la cooperación prestada en los primeros momentos del luctuoso suceso, al jefe del Correo Nacional de Neuquén, señor Galván, que concurrió con auxilio entre los primeros; igualmente el señor Reino del Monte, director de la escuela 114, don Angel Andrés Agüero y Fortunato Zazú y otros. Tenemos noticias de último momento que los foguistas Laureano Castro y Emiliano Ruiz, que se encuentran en la Capital Federal, dentro de su gravedad han experimentado mejoría como así la pasajera señora Alicia Harby de Venturini, que también se ausentó en el primer momento a Buenos Aires”.

La información de estas notas de La Nueva Era se diferencia del relato de don Elman Campoy en algunos aspectos:

1) Indica que el foguista Castro, del tren de pasajeros que viajaba hacia Bariloche, logró salvar su vida en el accidente;

2) identifica al maquinista del tren de carga con el apellido Niessen, en lugar de Necchi;

3) menciona con el nombre de Emiliano Ruiz al foguista del mismo convoy, llamado López en la memoria de Campoy.

La crónica publicada varios días después de la tragedia no formuló ninguna hipótesis acerca de los motivos del tremendo choque, y este silencio puede entenderse por la actitud siempre favorable del editor de La Nueva Era hacia el gobierno nacional de la época –de tendencia conservadora- y el poco interés en analizar eventuales responsabilidades.

En cambio se destacó que pocos días después del accidente el servicio ferroviario estaba normalizado, como si este aspecto de la cuestión fuese el único importante.

Este cronista considera oportuno advertir que el diputado nacional Alfredo Palacios, primer diputado socialista de América, contaba en 1939 con la edad de 58 años; por lo cual no era tan joven como lo menciona Campoy en sus memorias, y no hay ninguna referencia periodística acerca de que pudiera haber sido pasajero de aquel tren envuelto en una tragedia de saldo notablemente bajo en relación con la magnitud del impacto entre las dos locomotoras.

La foto que ilustra esta nota, con el resultado del choque, fue obtenida del sitio web http://www.ferrocarrilesenelconosur.co.uk

 

14-3-2018

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